En las montañas de Lengupá, Boyacá, vive don Javier, un caficultor que lleva más de tres décadas dedicado al cultivo del café. Su historia refleja la esencia de esta región, donde cada taza de café no solo deleita al paladar, sino también transforma vidas. Desde su niñez, don Javier aprendió de su padre a trabajar la tierra con paciencia y amor, siguiendo prácticas tradicionales que garantizan la calidad del café mientras respetan el medio ambiente.
Durante años, el esfuerzo de don Javier y su familia fue limitado por los bajos precios y la falta de acceso a mercados justos. Sin embargo, todo cambió con la llegada de una iniciativa local que apuesta por el comercio justo y la sostenibilidad. Gracias a este proyecto, don Javier pudo mejorar sus técnicas de cultivo, adoptar prácticas más sostenibles y recibir una compensación justa por su trabajo. Este cambio no solo benefició a su finca, sino que también permitió a su familia acceder a una mejor educación y condiciones de vida.
El impacto del café de Lengupá no se limita a las fronteras de Boyacá. Cada grano cultivado con dedicación por don Javier ahora forma parte de un producto de exportación que está conquistando mercados internacionales. En cada taza que se sirve en Estados Unidos y otras partes del mundo, se cuenta una historia de resiliencia y esperanza, de cómo un pequeño caficultor pudo transformar su vida y la de su comunidad gracias al compromiso con la calidad y la sostenibilidad.
Hoy, don Javier no solo es un caficultor, sino también un líder que inspira a las nuevas generaciones. Él enseña a los jóvenes de su comunidad a valorar la tierra, a trabajar con propósito y a soñar en grande. Cada taza de café de Lengupá lleva consigo el espíritu de don Javier y de todos los caficultores que, como él, trabajan incansablemente para ofrecer al mundo un producto auténtico, cargado de historias que transforman vidas.